Una Realidad Paralela II
Segunda parte
AllÃ, mi prima le puso las manos en las rodillas, se estremeció y se le erizaron los cabellos. Luego le cedió la posición a la otra señora médium.
En pocos segundos empezó a contarnos que no estaba enfermo fÃsicamente, que no era asmático y que sus pulmones y aparato respiratorio estaban bien.
Su problema era que tenÃa otro ser dentro de él. Parece ser que este señor vivÃa en una antigua masÃa en el campo de Alboraya de la época de la dominación árabe y que habÃa sido parcialmente renovada en tiempos modernos, pero que bastante parte de la edificación aún era de la época antigua.
El ser que lo poseÃa habÃa sido un alto jefe guerrero en la época árabe que habÃa muerto accidentalmente o en batalla y su cascarón aún residÃa en La MasÃa antigua. HabÃa sido un ser sanguinario y malévolo y se habÃa apoderado ya de diferentes personas a través de los años. El último, era este agricultor, persona sencilla y tal vez, de carácter o voluntad débil. Asà pues, no le oponÃa suficiente fuerza al exjefe árabe y éste cada vez se iba apoderando más de las funciones fÃsicas y psÃquicas del labrador. Esto le producÃa la ansiedad y el temor y se ahogaba.
Los dibujos eran exactos a los trajes y el idioma era de la época del jefe árabe. Ante esta situación acordamos una cita en la propia MasÃa y establecimos un plan de operaciones. VendrÃa una experta espiritista a reforzar el equipo y los fornidos hijos del enfermo vendrÃan también a ayudar y por supuesto, no faltarÃa yo.
El plan consistÃa en intentar liberar al señor, del huésped no deseado. El dÃa indicado se presentó muy soleado y caluroso. Una vez en La MasÃa, primero relajaron al señor que se encontraba sentado cómodamente. Luego iniciaron sus monótonos rezos que sonaban a religiosos y exorcistas. Después de un tiempo que no sabrÃa calcular, nos pidieron a los hijos a mi prima y a mi que cogiéramos al señor por los pies, el cuerpo, cabeza y brazos y lo tumbáramos en el aire, pero apoyándolo sobre los bordes de varias sillas dejándolo en el aire.
Manuel Villaplana